jueves, 25 de julio de 2013

La sociedad hispanoamericana. Los dominadores.

Apenas producida la conquista, comenzó la emigración de españoles hacia América. La misma estuvo controlada por la ley desde el comienzo. Desde el segundo viaje de Colón se estableció un registro público donde se registraba la identidad y el oficio de todos aquellos que emprendían el viaje a través del Atlántico. La Casa de Contratación, institución encargada de dicho control, el cual fue más flexible en aquellos momentos en los que la necesidad de españoles en el Nuevo Mundo era mayor. 
Un ejemplo de ello fue durante 1528-28, y a lo largo de 1531, momentos en los que el monarca, Carlos V otorgó licencia general para emigrar a las Indias,acelerando el proceso de población. Algo similar sucedió luego de la conquista de Perú:

"Por el contrario, unos años más tarde, cuando la Audiencia de Lima se quejó de que Perú estaba lleno de españoles vagabundos y codiciosos que causaban un gran daño a los indios, la Casa recibió órdenes estrictas de no dejar salir más que a comerciantes o a hombres casados con mujer e hijos. Más tarde, cuando España tuvo conciencia de su propia despoblación, se contuvo la emigración a América y Felipa II ordenó una moderada concesión de licencias". 

Tomado de: Bennassar Bartolomé. La América española y la América portuguesa. Siglos XVI y XVIII.Madríd: Akal, 1996.


Con la finalidad de asegurar la sujeción de la población americana a la religión católica, estaba prohibida la llegada al continente de moros, judíos, herejes y de cualquier persona condenada por la Inquisición, inclusive aquellas que hubieran sido declaradas "reconciliadas". En cuanto a los condenados por haber cometido delitos, pudieron emigrar, aunque en forma restringida. Esta situación se ratificó y profundizó cuando, a partir de 1505, la Casa de Contratación prohibió a todos los extranjeros su ingreso a América, con excepción de sus súbditos, incluidos los alemanes y genoveses, aunque la desición sobre todos aquellos que no fueran españoles fue derogada posteriormente, debido a las quejas de mumerosos españoles que los acusaban de practicar el luteranismo, y las autorizaciones de españoles se volvieron a otorgar en forma individual. 
Sin embargo, numerosos historiadores afirman que, debido a las dificultades para realizar un correcto control del ingreso a estas tierras, existió una gran cantidad de inmigrantes clandestinos, cuyo número habría superado los 200 mil. 
Las primeras oleadas migratorias estuvieron conformada, esencialmente, por hombres. En un primer momento, las mujeres alcanzaban españolas alcanzaban al 10% de la población blanca, lo cual determinó que la Corona favoreciera el ingreso de prostitutas europeas, a efectos de equilibrar la diferencia. Hacia fines del siglo XVI, el porcentaje de mujeres blancas, en relación a los hombres, era de un 25 por ciento. 
La población blanca no solamente estaba formada por chapetones, o españoles, sino también por criollos (hijos de españoles nacidos en América). Estos dos grupos rivalizaron, al punto que éstos desplazaron a los peninsulares de los cargos de importancia durante parte de los siglos XVI y XVII, fundamentalmente a partir de que les superaran en número. No obstante retomaron el control a partir de las reformas introducidas por los Borbones en la región.Esos divisionismos no impidieron que, frente a las etnías restantes, se mantuvieran unidos, formando un sólo frente.